Proyecto radiofónico de Grupo Volumen II para la promoción de la lectura y la difusión de la literatura local, nacional y extranjera. /// Se transmite en "vivo" todos los miércoles a las 9:00 p.m. a través de FUSION 102.5 fm y en www.fusion.imer.gob.mx /// El podcast: letras-al-aire.podomatic.com



domingo, noviembre 26, 2006

EL CASO ES

El caso es que sabemos, y a veces no sabemos, que hacer con las palabras, ni con el silencio, con el fuego, ni con el agua, con el viento, ni con la muerte.

A veces, en alguna noche que nos surge de las manos, y hace nocturno todo lo que tocamos, la ciudad, ese espacio tan sólido, pero hecho de lo inasible, que se pasea entre nosotros se llena de voces quedas, revueltas, tumultuosas, que nos hablan a gritos o a escondidas, -soliloquios de cuitas y recuerdos- bullicio callejero del que vende panes, dulces, viajes, ollas, chicles, guajes, amores, nostalgias. Y ahí entre lo sólido y lo inasible de la noche, entre las nubes y las luces de los autos, ahí, cobijados por esa oscuridad tibia que se escurre de nuestras manos, decantamos voces, cantos, lamentos, y sin saber como, distinguimos, escuchamos, seguimos el hilo que nace del susurro de un hombre solitario que vaga por calles sin nombre, con pasos sin rumbo, con el rostro guardado en sus bolsillos, jugándolo con sus manos. Un hombre como cualquiera, como tu , como yo, que en una noche deambula buscando, seguramente, sin saberlo hasta que encuentra, a veces sin reconocerlo, su respuesta, su cobijo, su amparo, ahí …en el cielo nocturno que desapareciéndolo, ocultándolo, haciéndolo un poco invisible lo protege. Un hombre que encuentra lo que parece una breve verdad, una pequeña certeza que quizá solo le sea útil para esa noche –por que el poder de las verdades se gasta con el tiempo- en las viejas historias de amor que cuentan unos brazos nuevos, recién conocidos , o en la cerveza que cataliza su silencio, o en el amigo que para serlo, no necesita nombre, ni trabajo, ni edad, y que le basta una sed compartida, y quizá, un par de botellas frías para hablar de la verdad que se acaba esa noche.

El caso es que lo hemos visto, lo hemos palpado, bien lo sabemos, a veces escribir nos salva , nos alivia, nos quita el dolor , a veces sucede que lo que no se escribe lo que es vacío, lo que es silencio, puede medrar, entonces es cómplice, es comparsa, y a la larga, cada palabra callada, cada frase ahogada, borrada, negada, enferma, infecta pudre, apesta, mata.

Entonces nos vaciamos, es decir tomamos el primer papel que tenemos y las letras son como otro llanto , como otra forma de desangrarse. De nuestras manos , de nuestros dedos, por la punta de ellos goteamos, tinta negra o tinta roja, goteamos letra a letra, en papeles maltratados, en trapos malolientes, en la espuma del oleaje, en el piso sucio, en las paredes rotas, en las ventanas cerradas, en la piel de ella, en la amplitud de su espalda, en el resquicio de su boca.
Y ya que hablo de ella El caso es que para poseerla (ilusión fantástica, pero querida) no bastan las incontables noches, nuestras manos náufragas, los dientes voraces, los susurros inaudibles, la prisa, la piel que se nos desprende, nombrarla incansable.
Tenemos que hacerla trazo, palabra. Tenemos que hacer que nuestra piel escriba, que la memoria de nuestra boca la deletree , que nuestra lengua recupere su sabor, que nuestros ojos vuelvan a mirarla en cada línea, en cada párrafo, en cada verso.


El caso es que al amparo de esa noche, sólida e inasible (como ella) que sigue naciendo de nuestras manos, nos atestiguan , se convierten en cómplices, las puertas abiertas, las calles anónimas, los perros sin dueño, estoicos, los postes de las esquinas, el café caliente, las nubes azules, los zapatos viejos, las mujeres que no duermen, los deseos inconclusos que nacieron innombrables, las niñas que reúnen las palabras, asedio, dolor, muerte, impunidad, y clandestina.

El caso es que sabiéndolo, o sin saberlo, creyendo, o descreyendo, suponemos, esperamos, por que amantes de la noche, de las palabras, de los que como nosotros aparecen y desaparecen en medio de la oscuridad de una noche cualquiera, somos indudablemente tercos, y demandamos que la vida, que la justicia, que su piel, que el nombre, que el beso…

Pero también que la palabra, trazo a trazo, letra a letra, en el fuego, en el hielo, en el humo, en la madera, en el agua, en la tierra, en la piel, en la lágrima, en la caricia, en el abrazo, en la arena, en los labios abiertos, en los ojos cerrados invoque, traiga, provoque, siembre, germine otra hora, otro día, y siempre, tan sólida como inasible, otra noche.

adolfomoralesmoncada

2 comentarios:

ROBI dijo...

Lo más probable es que nuestras palabras solo sean silencios, que se mezclan con el viento para golpear con furia nuestra alma, y llenar de emociones y recuerdos nuestro corazón.

Anónimo dijo...

Mundos, de sus manos noches y letras que se escurren alborotadas por sus dedos, letras que son voz y mirada de quien lo lee, mundos azules, rojos, distintos y surjen, brotan, brincan, nacen de sus manos que mueren en la piel de ella y un puente, puente lindo y exacto que existe cuando uno llega y respira sus textos. Mi siempre gran admiracion a usted Lic. Adolfo, fui su alumno en ceux medicina y un dia nos ayudo con eutanasia en un foro por ahi, ademas me motivo, usted sin saberlo a escribir, abrazos desde la Paz.
Sergio Beltran.